TOLEDO
FRANCISCO TOLEDO
(Juchitán, Ciudad de México, México, 1940 – Oaxaca, México, 2019)
Desde muy joven encontró su vocación en el dibujo y la pintura. Siendo aún adolescente, asistió a la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca y al taller de grabado de Arturo García Bustos. A los 17 años se inscribió en el Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías de la Ciudad de México. Fue Antonio Souza quien bautizó al artista como Francisco Toledo, al mismo tiempo que propició sus primeras exposiciones individuales (a los 19 años) en su galería, así como en el Forth Worth Center, en Texas. Hacia 1960, Toledo se estableció en París, donde conoció a diversos creadores e intelectuales de la época, como Octavio Paz y Rufino Tamayo, además de consolidar su formación artística. Por aquel entonces colaboró en el taller de Stanley Hayter. Con poco más de 20 años, ya era un autor cuya obra llamó pronto la atención en Europa. Prueba de ello son las diversas exposiciones de su trabajo en la galería Kunstnernes Hus de Oslo (1962), junto a Rodolfo Nieto; en la galería Karl Flinker de París (1963) y en la galería Dieter Brusberg de Hannover (1964). A estas exposiciones siguieron otras en Inglaterra, EE UU y Suiza. Tras su regresó a México, Toledo pasó varias temporadas en su tierra natal, en la región del Istmo de Tehuantepec, que intentó conocer en profundidad a través del estudio de las costumbres, el idioma y el arte del lugar. Estos viajes le proporcionarán un interés por diversas técnicas artesanales, las mismas que incidirán en su trabajo posterior.
Sus preocupaciones sociales llevaron a Toledo a colaborar en la fundación de la Casa de la Cultura de Juchitán (1972). Por esas mismas fechas empezó a reunir la obra que constituye la colección Toledo/INBA, una de las más completas en América Latina en cuanto a la importancia de los nombres y obras que la conforman. Alberto Durero, Francisco de Goya, Eugène Delacroix, Max Klinger, Marc Chagall, Pablo Picasso y Diego Rivera son los nombres que destacan en el ámbito gráfico y pictórico. En el de la fotografía, cuenta con obras de Manuel Álvarez Bravo, Graciela Iturbide, Henri Cartier-Bresson, Edward Weston y Josef Koudelka, entre otros.
A partir de la fundación de la Casa de la Cultura de Juchitán, Toledo se convertirá en un promotor de la cultura, fomentando el desarrollo y la fundación de diversos espacios, así como la creación de proyectos editoriales que difundirían no solo la literatura universal, sino también el idioma zapoteco, como Ediciones Toledo, Editorial Calamus y la revista Guchachi’ Reza (Iguana rajada). En 1988 Francisco Toledo fundó su propio espacio, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, constituido por una biblioteca especializada en arte y una sala de exposiciones. Actualmente, su colección de libros está formada por cerca de 60.000 volúmenes, repartidos en dos sedes. En 1992, a iniciativa del artista oaxaqueño, se fundó el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO).
En 1993 creó la asociación civil PRO—OAX, cuya finalidad es la defensa del patrimonio cultural e histórico de la Ciudad de Oaxaca, y que ha colaborado en la conformación de espacios como el Jardín Etnobotánico (1993) y la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa (1994), además de sumarse a causas como la defensa de los idiomas autonómicos y la lucha contra los transgénicos.
Asimismo, a iniciativa del artista, se fundaron El Pochote Cineclub (1992), el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (1996), la Fonoteca Eduardo Mata (1996), el Taller Arte Papel Oaxaca (1998) y el Centro de las Artes de San Agustín (2006).
De la creación artística de Francisco Toledo se han realizado diversas exposiciones retrospectivas, como, por ejemplo, en el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México (1980), en la Whitechapel Art Gallery de Londres (2000) y en el Museo Reina Sofía de Madrid (2000), además de haber presentado su trabajo en la Tate Gallery de Londres y en la galería Latin American Masters de Los Ángeles, entre otros prestigiosos espacios internacionales.
No pocos han sido los reconocimientos obtenidos por Toledo en las últimas décadas, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1998) y el doctorado honoris causa por la UABJO (2007), así como el premio Príncipe Klaus (2000) y el Right Livelihood Honorario (2005), en Suecia, «por su compromiso y su arte en favor de la protección, el desarrollo y la renovación de la herencia arquitectónica y cultural, el medio ambiente y la vida comunitaria de su Oaxaca nativa».
En 2015, Toledo donó al INBA el acervo que reunió para el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, formado por cerca de 25.000 objetos, entre gráfica, pintura y diversas técnicas. En la actualidad, Fomento Cultural Banamex está llevando a cabo la publicación de un catálogo razonado en varios volúmenes, que dan buena muestra de una obra que, tras más de cincuenta años de creación artística, continúa en plena experimentación.
Por su edad, Francisco Toledo pertenecería a la Generación de la Ruptura. Sin embargo, es necesario señalar que diversas tradiciones convergen en su obra, que puede describirse como el despliegue de saberes originarios en un contexto contemporáneo.
Por sus temas y preocupaciones, su obra es heredera de una muy amplia historia del arte mexicano y puede rastrearse a partir del periodo precolombino. André Pieyre de Mandiargues escribió sobre Toledo: «No conozco a ningún otro artista moderno, tan imbuido de manera natural por una concepción sagrada del universo y por un sentido sacro de la vida, que se haya acercado al mito y a la magia con tanta seriedad y sencillez y que esté inspirado con tanta pureza por el ritual y la fábula».
La vida y la obra del artista oaxaqueño destacan como pocas tanto en México como a nivel internacional, ya que permanece fuertemente comprometida con los problemas de nuestro tiempo, sin alejarse de sus obsesiones personales. A la vez que se le vincula con creadores como José Guadalupe Posada, Rufino Tamayo o Rodolfo Nieto, algunos críticos internacionales, como Dawn Adès y Catherine Lambert, han sugerido que la obra de Toledo es heredera y continuadora de la de James Ensor, Paul Klee o Jean Dubuffet.